Año Domènech 2023: un reconocimiento al padre del Modernismo arquitectónico
El año 2023 echa el telón y con él lo hará el Año Domènech i Montaner, coincidiendo con el centenario de su muerte en 1923. A lo largo de todo este año, se han llevado a cabo diversas actividades, simposios, exposiciones y visitas guiadas en homenaje a esta figura clave del Modernismo arquitectónico catalán. Domènech i Montaner conocido mundialmente por obras como el Palau de la Música y el Recinto Modernista del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, dejó un legado en forma de obras en sitios tan dispares como Canet de Mar, Reus, Olot, Palma de Mallorca, Santander o Comillas.
Como sucediera en la antigua Grecia con Sócrates y Platón, Domènech i Montaner y Antoni Gaudí fueron maestro y alumno respectivamente. No obstante, al igual que sucedió con los filósofos, la figura de Gaudí ha acabado ensombreciendo a la de Domènech. Por suerte, de un tiempo a esta parte, los defensores del genio de Canet de Mar (1849-1923) han sabido defender su legado y reivindicar un papel que va más allá de los edificios diseñados. Historiador, político, escritor, editor... y por supuesto arquitecto. Al más puro estilo Leonardo Da Vinci, Lluís Domènech i Montaner (1849-1923) fue prolífico en diversas disciplinas, aunque fue la de arquitecto la que le aseguró la inmortalidad. Considerado por muchos como el auténtico padre del Modernismo, dirigió la Escuela de Arquitectura de Barcelona, donde formó a figuras como Gaudí y Puig i Cadafalch.
La arquitectura en Barcelona era una disciplina aprendida sobre todo a través de la práctica, culminando con el título de maestro de obras. Así era hasta 1868, cuando la Academia Provincial de Bellas Artes obtuvo la autorización para crear una escuela de Arquitectura. Lluís Domènech ingresaría en dicha escuela en 1869, pero por diversos motivos tuvo que trasladarse a Madrid, donde obtuvo el título de arquitecto en 1873.
Su prolífico legado comenzó enseguida, en 1874, con un monumento creado para el panteón de Anselm Clavé. Un año después se convirtió en el profesor más joven de la Escuela de Arquitectura. Tenía sólo 26 años y no había hecho más que despegar. Domènech se había hecho ya un nombre en la Barcelona de la época y los encargos se acumulaban y coincidían casi en el tiempo: reforma de la iglesia de Sant Gervasi, de la confitería del Ateneu Barcelonès, la casa Domènech en los actuales Jardinets de Gràcia…Así, poco a poco, Domènech i Montaner fue perfeccionando su técnica, probando y combinando por aquí y por allá en la búsqueda de un nuevo estilo arquitectónico, identitario y nacional que acabaría cristalizando en el Palau de la Música y el Hospital de Sant Pau. La genialidad de Domènech i Montaner no solo se manifestó en sus creaciones monumentales, sino también en su capacidad para forjar mentes brillantes como las de Gaudí y Puig i Cadafalch, dejando una huella imborrable en el panorama arquitectónico.
Domènech i Montaner, Gaudí y Puig i Cadafalch, ya como compañeros de profesión, coincidieron en "la manzana de la discordia", un tramo de Paseo de Gràcia en el que se alzaron, casi a la vez, la Casa Batlló (Gaudí), la Casa Amatller (Puig i Cadafalch) y la Casa Lleó Morera (Domènech i Montaner). A pesar de la supuesta rivalidad que quiso vender la opinión pública del momento, lo cierto es que entre ellos había una relación de respeto y admiración. Se sabe que se ayudaban mutuamente. Es más, Gaudí homenajeó a su maestro en la Casa Batlló al replicar la torre con cruz que corona el tejado del edificio. También está documentada la presencia del genio de Reus en el cortejo fúnebre que acompañó a Domènech i Montaner en 1923.
Un arquitecto Patrimonio de la Humanidad
Hablar de legado no es osado, considerando que dejó para la posteridad casi setenta obras, entre reformas y nueva construcción dotándolas de un estilo y un punto de vista único, casi visionario, cuya influencia perdura en las majestuosas estructuras que adornan ciudades y cautivan miradas. Las que mayor número de flases acaparan junto con la Casa Lleó i Morera de Passeig de Gràcia, son, sin duda, el Palau de la Música Catalana y el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, auténticos testimonios pétreos de su genio. Ambos recintos han sido reconocidos como Patrimonio Mundial por la UNESCO y representan la fusión perfecta entre funcionalidad y belleza, con elementos decorativos y una simbología que va más allá del mero propósito arquitectónico. El Palau, con su exuberante ornamentación modernista, es un homenaje a la música y la cultura catalana, mientras que el Hospital se erige como un monumento a la humanidad, combinando arquitectura y funcionalidad para crear un espacio de curación innovador y acogedor.
Estas son sus obras más destacadas, pero hay más, muchas más. Sólo en Barcelona, más de treinta, algunas tan notables como la Editorial Montaner i Simón, actual Fundació Antoni Tàpies, el Palau Montaner, la Casa Fuster, la casa de l’Ardiaca, y, por supuesto, la Casa Lleó i Morera, edificio rehabilitado por Núñez i Navarro en 2006. Desde el Grupo, en línea con nuestra área de rehabilitación patrimonial, se inició un destacado proyecto que permitió modernizar las instalaciones, respetando el estilo original del edificio, y logrando una rehabilitación que ponía en valor, una vez más, nuestra voluntad por recuperar edificios históricos de Barcelona.
La Casa Lleó i Morera es una de las obras principales de Domènech i Montaner, junto con la Casa Navàs de Reus, que representan el ejemplo de la vivienda burguesa. Pertenece a su época floral, que es quizás la parte más característica de Domènech i Montaner. En ese contexto, la Casa Lleó i Morera es una de las más importantes de este periodo, como modelo de casa burguesa. Era un edificio de pisos, en el que los propietarios vivían en la planta principal, hecho que marca la profunda decoración que tienen sus interiores. La obra fue premiada en 1905 por su innovación, tanto en su interior como en su fachada.
Más allá de Barcelona: De Canet a Comillas
Aunque la obra de Domènech i Montaner es más prominente en Barcelona, no podemos obviar los vestigios que encontramos en otros municipios, como Reus, Lleida, Tarragona, Olot, Santander, Canet de Mar o Comillas, en Cantabria. En estos dos últimos es donde encontramos algunos de los edificios más singulares. Nacido en Barcelona, Lluís Domènech veraneaba en Canet de Mar, pueblo originario de su familia materna. La localidad del Maresme no sólo se convirtió en su refugio estival, sino que acabó granjeándole oportunidades de trabajo que han perdurado hasta nuestros días. Estos lugares ofrecen una visión diferente de su estilo, arraigado en la identidad y la innovación, demostrando su capacidad para dejar una marca distintiva en diversos entornos: la Casa Roura, encargada por sus cuñados como residencia estival; la casa Domènech, que, tras diversos usos se ha reconvertido en la Casa-Museu Domènech i Montaner, y la joya de la corona: el Castell de Santa Florentina, uno de los proyectos más importantes de Lluís Domènech i Montaner. Este último empezó como una propuesta de rehabilitación encargado por su tío, el editor Ramon Montaner i Vila. Lo que a finales del siglo XIX empezó como una rehabilitación respetuosa y fiel al estilo medieval del edificio, continuó ya entrados en el siglo XX con una ampliación del castillo haciendo un palacio anexo, que bien merece una escapada para descubrirlo.
En cuanto a su “aventura cántabra”, Domènech i Montaner tuvo la fortuna de llevar a cabo dos proyectos que hoy día siguen atrayendo a Comillas a cientos y cientos de turistas. En 1883, el marqués de Comillas encargó el proyecto del seminario pontificio de la localidad cántabra al arquitecto Joan Martorell, quien a su vez encargó la dirección de obras al maestro Cristóbal Cascante, que fallecería antes de acabar su trabajo. Siguiendo el consejo de Martorell, el marqués encargaría su finalización a Domènech i Montaner que no sólo culminó con éxito, sino que además concluyó la decoración interior, así como el de las estancias más nobles. El resultado obtenido fue tan del agrado del marqués de Comillas que, en paralelo a esas obras, también le encargó la reforma del cementerio, famoso por su escultura del Ángel Exterminador.
El Año Domènech 2023 ha sido un viaje revelador que ha sacado a la luz historias fascinantes, como las de Comillas o el Castell de Santa Florentina, evitando que caigan en el olvido. Esta conmemoración, que abarca desde Barcelona hasta Palma de Mallorca, ha trascendido el tiempo y el espacio. Ha honrado el legado de Domènech i Montaner con exposiciones, conferencias, rutas y eventos culturales. Nos ofrece una ventana única para explorar de cerca la genialidad, inspiración y el impacto perdurable de un arquitecto que, más allá de la maestría en la construcción, dejó una impronta indeleble en la historia, una visión que transformó la arquitectura y un legado que perdura en las piedras y en las historias que continúan narrándose sobre él.